Aquel día, el grisáceo de las piedras de Carcassonne tenía la misma tonalidad que las nubes. Era una sensación algo extraña. No sabías cuando acababa la pared vertical de la torre y cuando comenzaba el vapor de la nube. En estas condiciones, un paseo por los oscuros callejones de Carcassonne te permite trasladarte a otro tiempo. Un viaje para imaginar lo que era vivir en una ciudadela amurallada donde abundaban los rincones oscuros tras cada recoveco. Quizás por eso surgió un rápido dibujo de Carcassonne rodeado de misterio, de siluetas en la sombra y de un callejón con la monumental Carcassonne mostrándose al fondo.
Pero lo que tiene esta ciudad es que después de cada sombra o después de cada callejón, siempre hay una casa con chimenea humeante al final de la calle. Eso sí, casas que invitan a entrar y tomar una buena comida y hacer un alto en el camino. Casas que tienen sus farolillos en las paredes y cuyos gruesos muros aíslan el interior del mundanal ruido exterior.
Para disfrutar la ciudad en la penumbra y el silencio, deberéis madrugar. El turista no es buen madrugador y debéis aprovechar esa debilidad. Si podéis oír el goteo del rocío caer de los tejados podéis decir que habéis conseguido el objetivo. Sino, la avalancha de personas hace que en pocas ocasiones se pueda vivir la ciudadela gris como posiblemente se vivió hace años: en penumbra y silencio. Y no digamos si queréis hacer un dibujo de Carcassonne…
Para seguir viajando a través de mis dibujos os invito a visitar el rincón de los dibujos de este blog. Un rincón que se ha dibujado a lo largo de los años en penumbra y en silencio. Y es que este blog comenzó con un dibujo un tranquilo domingo por la tarde. Pero esto es otra historia que creo que os comentaré en algún post…
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