Querer ir a un destino de vacaciones puede ser debido a multitud de factores. Están los muy concienzudos que estudian al milímetro un destino, comparan y deciden basado en un proceso casi matemático. Luego están los que a veces, simplemente decidimos viajar basándonos en una simple foto. Quizás esto que parece un poco alocado resulta que te ha pasado a ti más de una ocasión. Ya lo dice el dicho, que a veces más vale una imagen que mil palabras. No es la única vez que me ha pasado y este es uno de esos casos. En el viaje a Grecia he de confesar que Meteora tuvo mucho que ver en la decisión.
Hasta ese momento asociaba a Grecia a unas espectaculares ruinas (cosa que me fascina) o a esas mil islas que se esconden en el Mediterráneo. Sin embargo, fue ver la foto del valle de Meteora cuando de repente un viaje se convertía en un abanico muy amplio de destinos y paisajes. Y todo ello fue gracias a Meteora.
Mucha gente organiza su viaje a Grecia mirando al Peloponeso y las islas, pero nosotros, nos desviamos de la ruta tradicional para subir al valle de los monasterios. Si eso suponía hacer horas de coche pues daba igual, porque teníamos que ver esa chispa que nos motivó a ir a Grecia.
Y el objetivo era ver el atardecer en el valle con los monasterios. Por eso, el primer día al llegar nos fuimos directamente a un lugar donde tuviéramos una vista de los monasterios como antesala de lo que nos esperaba al día siguiente.
En cada uno de esos montículos se acumulan los monasterios que al día siguiente obviamente visitamos puntualmente.
El lugar os aseguro que no me defraudó. Pronto espero poner fotos de los interiores de los monasterios ya que cada uno de ellos es una pequeña joya que han preservado contra viento y marea. Encontré mi tiempo para hacer algunos dibujos de este lugar. Había muchos monasterios a dibujar…
¿Habéis viajado a algún lugar solo por una foto o que esa foto haya decidido el viaje?
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