Después de no publicar nada de Madeira en mucho tiempo comienzo a abrir el frasco de las esencias viajeras con uno de los recorridos más fascinantes y diferentes de nuestro viaje a Madeira. La ruta de la Punta de Sao Lorenço (o punta de San Lorenzo) es una ruta bella por lo árido y desértico de su paisaje, completamente diferente al que se puede ver en el resto de la isla. Nosotros fuimos en familia pero has de saber es que no es un camino sencillo según la época del año por el calor y por la exigencia del recorrido. Se encuentra en la parte este de la Isla justamente en lo que es la punta (obviamente). Este camino discurre entre los acantilados para ir sorteando montañas y paredes verticales hasta llegar a la casa do Sardinha. Éste será el único punto de sombra de todo el recorrido.
Tiene un desnivel acumulado de unos 850 metros, concretamente 417 metros de subida y 417 metros de bajada. Tenemos los mismos metros porque es un camino de ida y vuelta. El sendero son 7.2 kilómetros en total.

El camino sale desde un parking justo a pie de la pista. Como en todos los parkings de los senderos, posiblemente estén llenos pero siempre es posible aparcar en los bordes de la calzada que llega hasta allí.

Antes de comenzar la ruta hay que tener en cuenta un par de cuestiones importantes:
- La exigencia física. Este camino tiene más pendientes y un desnivel acumulado mayor que otros caminos. Por ello, si vas con niños pequeños asegúrate que podrán terminar. Nosotros comenzamos con dudas con nuestros hijos. Sin embargo, se adelantaron y fueron ellos hablando solos dura toda la ida y toda la vuelta. Al final llegaron con bastante antelación y aguantaron. Pero si es por la primera impresión de David, y sin la ayuda de su hermano no hubiéramos llegado al final.
- La calor. No existe en todo el trayecto un solo punto de sombra. Ni un árbol, ni una rama donde refugiarse del calor implacable. Tenéis que recordar que este es el lado más inhóspito de la isla y se nota. Por tanto, revisad las temperaturas que tendréis según la época.
Comienza el recorrido con un pequeño descenso, pero no hay que confiarse.

En este camino hay que ser fuerte mentalmente y tener la cabeza fría. Después de una gran subida quizás haya un mirador increíble pero muchas veces estamos tan preocupados por recuperar la respiración que se nos olvida la fantástica vista.
Hay que estar atentos a las formaciones rocosas de origen volcánico que nos encontraremos durante todo el recorrido. En algunas se puede ver como la lava se retorció en el momento de la erupción.

Uno de los puntos más especiales de la punta de San Lorenzo es el paso estrecho que une dos islotes y desde ahí se pueden las caras norte y sur de la isla. Esas dos caras que hemos estado recorriendo durante una semana y que desde aquí puedes ver ambas.


Y por fin, la alegría de ver unas palmeras allá a lo lejos lo que significa que llegamos a la zona de sombra para descansar a mitad del recorrido.




Nuestro objetivo fue llegar a la casa do Sardinha. Es un pequeño bar con algo de sombra y donde habitan las lagartijas y alguna que otra paloma que se ha dejado caer por aquí. En la siguiente fotografía se puede ver este pequeño oasis a lo lejos. Y lo de oasis os aseguro que va en serio…

Cuando la teníamos cerca se nos pasó momentáneamente el cansancio aunque las distancias engañan. Lo que parece cerca aún supone un buen trecho. Solo tenéis que ver lo pequeñitas que se ven las personas en la foto justo en la linea que sube para la casa do sardinha.

Nos hubiera gustado comer en el bar pero se les acabaron los sándwiches (vaya previsión). Compramos fruta, bebidas y algún que otro pastel como única alternativa que había a la fruta.

De vuelta, aunque cansados nos quedaba disfrutar de nuevo de los paisajes








A pesar de que realmente acabamos cansados y en algún momento lo vimos un poco complicado, esta ruta nos ofreció unas de las mejores vistas de la isla que hemos podido disfrutar. Por tanto, hay que poner en la balanza los pros y los contras a la hora de ver si hacer esta excursión. Nosotros éramos dos adultos y dos niños de 10 y 12 años. Pero acabamos…
Al acabar fuimos a la única playa de arena de la isla para relajarnos y descansar después de tanto calor pero con unas imágenes para el recuerdo.
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