Sé que el título de estes post supone casi un pecado. Tarazona no es una ciudad para una visita rápida pero este post está escrito con el mismo impulso que hizo que parara el coche y con toda la familia recorriéramos un lugar especial. Veníamos de Soria y pasamos por la localidad cuando vimos su imponente estampa.

María y yo nos miramos y sin mediar palabra ya estábamos buscando aparcamiento. En este sentido la ciudad recibe bien a los turistas. Una gran explanada para dejar los coches nos facilitó la tarea de aparcar. A partir de aquí, sin preguntar nos fuimos en dirección a esa torre que se divisaba en lo alto de la colina.

Y el recorrido era sencillo: hacia arriba. Por tanto, comenzamos a andar escaleras hacia arriba entrando a su vez en una ciudad histórica.

Cogimos aire y allá fuimos. En la foto anterior, si os fijáis Pau y David esperan a que su papá acabe de hacer las fotos (soy un pesado) para seguir subiendo. Les dije que había que llegar arriba y este tipo de retos se lo toman muy en serio.

Por fin llegamos arriba donde nos esperaba la iglesia de la Magdalena que forma el conjunto mudejar del barrio del Cinto.

A nuestro paso las calles empedradas nos invitaban a caminar. Esta vez, hacia abajo.

Una vez allí, nos encontramos en la puerta de entrada del barrio judío que es uno de los espacios más antiguos y significativos de Tarazona.


En la judería convivieron los cristianos, musulmanes y judíos durante toda la edad media. Paseamos por sus estrechas calles.Pero sin duda había rincones sorprendentes por descubrir como estas casas colgantes…

Algunas pequeñas plazas se abrían a nuestro paso…


y casas que seguro que han sido testigos de siglos de historias.

En este post salen hasta los gatos de Tarazona…

Y más lugares que invitan a la pausa viajera…

Desde la colina se puede tener una panorámica única de la ciudad.

No debí haber mirado por este balcón. Ante mí, nuevas iglesias se levantaban en el horizonte. Tanto que ver y tan poco tiempo. de todas formas, puesto que nos teníamos que ir decidimos ir a visitar esa especie de plaza de todos circular que parecía estar formada por pisos. Puesto que era hacia abajo llegamos rápidamente…

La plaza fue construida por un grupo de propietarios entre el 1790 y el 1792 en el antiguo prado de la ciudad. Es octogonal y tiene 32 casas dispuestas a su alrededor. En ella se celebraron los festejos taurinos hasta que en el 1870 se inauguró la nueva plaza de toros a las afueras del casco antiguo. Ese día la plaza perdía un poco de encanto ya que las bicicletas de una triatlón la habían invadido.

Habéis podido comprobar que un par de horas dan mucho de sí en una ciudad como Tarazona. Sin embargo, queremos volver para disfrutar de toda la ciudad con más calma y de más rincones que esta vez se nos escaparon. A ver si surge esa posibilidad pronto. Hay tantos detalles que ver…

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