Mi estómago no está preparado para soportar el estrés que producen las prisas, y más si se trata de llegar a un aeropuerto en plena época de monzones. Por ello, ese día, que tenía que coger el vuelo a las 0:55 de la mañana en Bombay, salimos sobre las cinco de las tarde de Pune. Un margen más que suficiente teniendo en cuenta la distancia de las dos ciudades y permitiendo una cena relajada esperando el embarque.
Los aromas del taxi
Los taxis en la India contienen todos los matices culinarios del país. Durante un tiempo, me preguntaba porqué el interior de un coche puede oler a curry y otras tantas salsas especiadas. Finalmente comprendí que, el hecho de comer en el coche el taxista junto a la manía obsesiva con los aires acondicionados tiene la culpa de los olores; siempre intentan tenerlo encendido a temperaturas gélidas y por tanto, las ventanas absolutamente selladas ante cualquier filtración de aire puro (no permiten la circulación del aire exterior). Bueno, en realidad hay unos segundos de despresurización que coinciden con el escupitajo de rigor.
Si entrar a un taxi ya me intranquiliza teniendo en cuenta el tema aromático interior, cuando vas a estar más de tres horas en su interior, se convierte en un tema capital. La semana no había sido favorable en este sentido pero la diosa fortuna me dio un respiro, nunca mejor dicho, en mis últimas horas en la India.
Comenzó el viaje mientras llovía fuerte en el exterior. Las únicas fotografías que podía hacer tenían el agua como protagonista.
https://instagram.com/p/BWsfGfGFzhi/
Un poco triste que la foto que menos atención presto en el momento de hacerla tenga tantos me gusta, pero así es mi destino con internet. Da igual que hagas un gran artículo sobre un lugar poco conocido que al final, si hay uno sobre algún simple truco para viajar barato o gracias al azar del SEO, tendrá más éxito.
Contactar con Luis Fonsi en India
Volviendo al taxi, otro elemento imprescindible es la música que te acompaña siempre. Eso sí, no esperes oír música occidental ya que, por lo general, la indian style acapara toda la cuota radiofónica (o al menos la de los gustos de los taxistas). Pero ese día pasó algo diferente durante unos segundos. El taxista estaba sintonizando el dial cuando se oyó por unos segundos el «Despacito» de Luís Fonsi. Mi cerebro reaccionó en un acto reflejo inusual, pero está claro que nuestras neuronas son hábiles en detectar patrones conocidos, no habiendo nada tan conocido este verano como esa canción. Lástima que le hizo el mismo caso que Paquirrín a la ópera, y el momento musical latino se volvió a desvanecer en el dial.
Creí que ese momento merecía un comentario en Twitter y publiqué que, aunque breve, había oído también el «Despacito» en la India. La sorpresa fue que el mismo Luís Fonsi pulsó el ME GUSTA de mi tweet provocando una poco habitual avalancha de menciones. Las consecuencias de cualquier movimiento tuitero de alguien que tiene más de ocho millones de seguidores son grandes en el mundo de los mortales. Y por otra parte, para los que queráis contactar con Luis Fonsi, sabed que le hace gracia los tweets en los que mencionas su «Despacito» desde países remotos.
Creía que el "despacito" de @LuisFonsi no lo oiría en la India, pero estaba equivocado… También allí. En un taxi.
— somosviajeros (@somosviajeros) July 16, 2017
El soborno al policía
Entre el breve «Despacito» y una paradita en un area de servicio peculiar para que el taxista se aireara (él sí, pero nosotro no), nos aproximamos al aeropuerto. Ya estaba buscando mis tarjetas de embarque, cuando un policía nos señaló con su paraguas entre los cientos de coches que pasaban en ese momento por su campo de visión. El taxi aparcó rápidamente y esperamos al agente, que todo sea dicho, tenía una pinta que generaba, al menos a mí, bastante desconfianza.
Se acercó y antes de que se pudiera mediar palabra ya estaba gritando al pobre conductor. Pidió algunos papeles, luego otros, mientras un segundo agente se unía a la fiesta. El taxista cogió la cartera y salió del coche.
Me quedé solo durante aproximadamente un minuto sin poder ver que estaba pasando ahí fuera debido a la oscuridad y los cristales humedecidos por la lluvia. Cuando entró el taxista su cara mostraba un signo, el de la frustración e impotencia. Le pregunté que demonios quería ese personaje.
– money… contestó.
Deja una respuesta