Hace algún tiempo que visité Kioto y su templo dorado. Es una de las ciudades de Japón que más me impresionaron debido a que concentra lo que podemos considerar la tradición Japonesa. Por tanto, si quieres ver templos o eres curioso con todo lo relacionado con la filosofía Zen, es una ciudad que no deberías perderte. He de hablar de los templos, de la esencia de esta ciudad, de sus atardeceres tomando algo a los pies del río… pero sin duda, el “templo dorado de Kioto” creo que merece un post exclusivo.
El templo apareció ante mí, resplandeciente con sus paredes forradas de papel de oro. Era uno de mis primeros viajes y al igual que cuando ves por primera vez un cuadro famoso me quedé unos segundos bloqueado. Es una imagen que has visto muchas veces pero que al natural no tiene comparación. Además, el hecho que esté a los pies de un lago, hace que el reflejo en el agua cree una imagen toda vía más impresionante si cabe.
Como he dicho, el templo forma parte del conjunto de monumentos históricos de Kyoto declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1994. Esto significa que viajar a este lugar representa prepararse para visitar uno de los conjuntos monumentales más impresionantes del mundo y el templo dorado es uno de los imprescindibles de la visita. Allí hice mi primera ceremonia del te. Posiblemente el mejor lugar para hacerlo.
El templo data del 1397 como una villa de descanso del shogun Ashikaga Yoshimitsu y su hijo lo convirtió en un templo Zen. Como siempre en este tipo de edificios durante estos siglos el edificio se ha quemado y reconstruido varias veces. De todas formas, el último incendio es relativamente reciente ya que se produjo en el 1950. En esa ocasión fue un monje que estaba un poco mal de la chaveta quien prendió fuego al templo en el año 1959. La historia novelada de esta efeméride la realizó Mishima en el año 1956.
Y el templo dorado siempre es un buen ejemplo para ser admirado y… dibujado. He disfrutado especialmente dibujando el templo ya que, como he dicho en varias ocasiones, dibujar cada madera del edificio me permite conocerlo y casi estudiarlo…
Fuente de las fotos (son mejor que las mías): primavera e invierno
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