Salimos tarde de Amsterdam en dirección a la isla convertida en península de Marken. Había sido el típico día en el que visitas una ciudad llena de posibilidades y las suelas de mis zapatos echaban humo. Después del ajetreo de la ciudad, alojarse en una tradicional casa pescadores aseguraba unos días de descanso y tranquilidad.
El estrecho brazo de tierra construido para poder llegar en coche a la isla se extendía delante nuestro mientras la noche comenzaba a caer.
Al llegar a la que sería nuestra casa los siguientes días no hubo decepción sino todo lo contrario. Un magnífico alojamiento con un pintoresco aspecto desde el exterior pero con todas las comodidades en el interior. Debido a mi cansancio, lo primero que hice fue comprobar el colchón. El descanso estaba asegurado y todos estábamos durmiendo al poco rato.
Me costó abrir los ojos. Miré el reloj y marcaba las 5 de la mañana. Me sorprendió verme despierto con lo cansado que estaba la noche anterior…
-trrrrrrrrummm!
Un sonido ensordecedor se apoderó de la casa, de la calle y del pueblo. Era el motivo de que no estuviese en ese momento durmiendo.
-trrrrrrrrummm…trrrrrrrrummm!
-Pero quien estará utilizando una motosierra de buena mañana? -pensaba
El sonido comenzó a repetirse periódicamente. Cada 5 minutos llegaba a su punto más insoportable ya que parecía que viniera de la puerta de casa. Me asomé a la ventana esperando que volviera a pasar.
-trrrrrrrrummm!
-Ahí está, ahí está. Son unos chavales con unas motos!!! -comenté a mi mujer.
No podía ser. En el pueblo más típico, tradicional y pintoresco de Holanda había niñatos jugando a las motos de madrugada. Solo faltaba un botellón para acabar de empeorar la situación. Pero no estaba dispuesto a rendirme. Me quedé junto a la ventana para esperarle. Cuando el sonido comenzaba a acercarse intenté abrirla.
– Ostiasss!
Me pillé el dedo con la maneta y se puso rojo como un tomate. Al verme incapaz de moverla bajé las escaleras corriendo. Abrí la puerta de la calle y salí en paños menores. Esta vez no se me escaparía. En un par de minutos estaría en mi cama de nuevo…
– Aquí te tengo! Eh tú! (el texto original sobre mis palabras al motorista lo he autocensurado)
Acabado mi discurso, el chaval de unos 16 años y cabellos rubios acabó sonrojado. Se fue extrañado calle abajo y yo, orgulloso de haber salvado al pueblo de esta invasión de motocicletas y niñatos quinceañeros…
– TUM! TUM!
– Y que coño es ahora esto…
Justo cuando estaba cerrando la puerta, otro ruido igual de estruendoso surgió del final de la calle. Contra quien me tendría que enfrentar ahora?
Apareció una orquesta. Pero una orquesta muy grande, pero que muy grande… Al frente, una señora movía orgullosa una batuta y dirigía a paso firme una cincuentena de músicos. Comprendí que allí pasaba algo raro. Me habría ido alojar a un pueblo de tarados noctámbulos?
Lo que está claro es que puedo enfrentarme a un chico de 16 años, pero no a 50 músicos. Entendiendo que un golpe de trombón no debía ser muy agradable volví a dormir con mi cabeza hundida debajo de la almohada.
En el desayuno, aún intrigado por todo lo sucedido pregunté a la gente del hotel.
– Pues no ves que voy de naranja -dijo la camarera que nos sirvió el desayuno.
– Si, ¿y qué?
– Es el día de la reina y es un día importante
Me contó que las motos era el equivalente a la traca de madrugada en España. Allí en vez de petardos tiraban de cilindrada.
Y acabo esta historia, mirándome mi dedo pulgar derecho con el recuerdo de aquella ventana de un hotel de Marken y de aquel chico que se llevó una bronca de un español despistado…
y la banda de músicos que apareció una mañana de finales de Abril en Holanda…
El Día de la Reina (en neerlandés Koninginnedag) es la fiesta nacional de los Países Bajos, y se celebra el 30 de abril, día de cumpleaños de la reina Juliana. Si vas a Holanda y puedes coincidir con esta festividad vale la pena. En otro post, contaré como vivimos ese día. No todo fueron dedos lesionados 😉
Herminio dice
….supongo que acto seguido te fuiste a buscar al niño para pedirle perdón, ¿no?
je, je, si es que lo que no te pase a ti!