Angel pasó varias noches buscando un hotel en Nueva York. Le preocupaba la ubicación ya que Manhattan es grande y le hacía ilusión un hotel céntrico. Las noches se alargaban entre páginas de internet comparando precios. Ese viaje era su única salida anual y quería estar seguro que todo fuera perfecto.
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Llegó a Nueva York un día gris. Esta ausencia de sol se veía todavía más ensombrecida por los altos rascacielos y los vapores que salían de los subsuelos. Después de caminar un rato llegó al hotel. Pudo reconocerlo a primera vista ya que recordaba algunas fotos que estaban «colgadas» en internet. La recepción le defraudó sensiblemente pero teniendo en cuenta que generalmente defraudan no le dió mayor importancia.
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Se dispuso a abrir la habitación. Antes de girar la llave un huesped apareció súbitamente desde el fondo del pasillo gritanto. Temiendo que la cosa fuera a mayores acabó de girar la llave rápidamente y entró. Lo primero que hizo fué mirar por la mirilla de la puerta esperando a algún asesino con cuchillo influenciado quizás por demasiada película de terror barato.
Al cabo de un rato dejó de observar el pasillo y descubrió la triste realidad. Parecía que en la cama alguien hubiera estado durmiendo, y hasta la notó caliente. Intentó arreglarla y varios escarabajos aparecieron de entre las sábanas. Asqueado se fué al baño y todo empeoró. Baldosas grasientas y tuberías chirriantes le dieron la bienvenida. Salió corriendo de la habitación. En su rápido recorrido se cruzó con un turista con maletas que intentaba descubrir su nueva habitación.
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Esta historia será cierta si intentas alojarte en el Hotel Carter de Nueva York. Ha sido nombrado por tercer año consecutivo hotel más sucio de Estado Unidos. Por desgracia, siempre estamos expuestos a una sucia desilusión. Evitarlo es fácil. Hay que leer este blog. 🙂
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