En la ciudad de Kyoto existe el castillo Nijo (Nijo-jo). Dentro se encuentra el palacio Ninomaru. Desde su entrada hasta las habitaciones (Ohiroma) los suelos de madera cantan cuando alguien los pisa. Al caminar, los clavos y las abrazaderas bajo el suelo, se mueven y hace que parezca que el suelo cante como un pájaro. Por eso se llama el suelo del ruiseñor (Uguisu-Bari).
Realmente el sonido está bien conseguido y hace que no pase desapercibido.
Cuando en occidente se contruían palacios, siempre se intentaba que fueran los más ostentosos posible (oro, cuadros, alfombras, plata, etc). En otras culturas en cambio, los palacios no destacan por sus adornos, pero si existe la preocupación de mantener alimentado el espíritu y no la vista. Es decir, mientras en unas culturas solo tienen pájaros en la cabeza, otras los tienen … en los pies.
Intentemos todos tener pájaros en los pies.
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