A pesar de lo que la gente cree, en Canarias no hace tan buen tiempo todo el año. Aquella semana de marzo en La Gomera había que sufrir un poco para bañarse por lo que dejamos el bañador en el hotel. María y yo intentaríamos recorrer un poco el litoral de la isla manteniendo el mar a una distancia prudencial.
La Gomera es una isla relativamente pequeña por lo que recorrerla en coche es tarea fácil y se hace bastante rápido. Alquilamos el más barato del catálogo ya que eran muy pocos kilómetros los previstos.
Aún hoy no se porqué no aparcamos el coche en aquel desvío y fuimos caminando hasta la playa. Como si hubiéramos alquilado un magnífico todoterreno nos adentramos por el camino de piedras y evidentemente, si te acercas a una playa de fina arena crece la probabilidad de que haya arena en el camino. Y más y más arena…
Justo cuando podíamos ver el mar, a nuestro coche también le gustó el lugar y decidió parar. Bueno, la rueda seguía girando y girando. Se había quedado atascada y era imposible sacarla de allí.
Me senté al lado de la rueda cabizbajo intentando pensar como arreglar la situación. De repente, el sol dejó de iluminar el suelo y al mirar hacia arriba, allí estaba él haciéndome sombra. A medida que levantaba la cabeza podía ver unos pies, las rodillas, la aguja del reloj solar….
Creo recordar que se llamaba Hans. Era un sesentón alemán que disfrutaba de la libertad. Y su libertad la tenía justo delante de mis ojos. Pegué un salto para cambiar la perspectiva. Como no entendía ni pizca de alemán, me señaló la rueda y con gesticulaciones me dio a entender que iba a volver.
Entré en el coche e intenté sacarlo de nuevo del agujero. Sinceramente, no se porqué le daba fuertes golpes al acelerador como si eso sirviera de remedio. Quizás era porque un anciano en pelotas del que no entendía ni palabra había dicho que volvería. Pero es que le daba porrazos como si fuera el monstruo de Alien quien tuviera que visitarme…
Mientras andaba por mi quinto o sexto intento oí un fuerte grito. Allí estaba de nuevo Hans con una señora ya mayor y chico más joven. Todos tenían algo en común. Iban como vinieron al mundo, sin una prenda.
El equipo fantástico llegó al coche. Hans me presentó como pudo a sus amigos. Admito que no suelo hablar con gente que airea sus intimidades por lo que al principio fue algo incómodo. Me indicaron que empujarían el coche y que intentara acelerar.
Al ver que estaban intentando ayudar como podían indiqué a Maria que se sentara al volante y yo empujaría igualmente.
Comenzó a acelerar cuando llegué a la parte trasera del vehículo. En ese momento descubrí que un coche tiene una anchura de 3 culos. Bueno, realmente de dos y medio – dos culos ancianos más uno joven. El problema es que la única opción de empujar era hacerlo a uno de ellos tres ya que no había espacio libre de vehículo.
-¿Cómo empujas a una persona desnuda sin que aquello acabe pero muy mal? ¿Le pongo las manos en el culo? Y si las pongo ¿qué culo elijo?
Descarté la opción toca-culos y comencé a mover las manos con intensidad. Arriba, abajo y en diagonal. La única alternativa era ser útil en otro tema y decidí hacer indicaciones. La verdad, el coche solo podía ir recto pero mi papel había que justificarlo y todo era poco para sentirme útil y evitar el culo.
De repente el coche arrancó. Y lo peor estaba por venir. El acelerón pilló por sorpresa a mis amigos bronceados y acabaron los tres en la arena. Quien me iba a decir que acabaría ese día viendo a tres personas desnudas retozando en la arena delante mío.
-Señora, le ayudo?… Disculpe, no quería tocar ahí…. Perdón, le he pisado Hans…
Mientras se levantaban, pensé que debía agradecerles de alguna forma su esfuerzo. Solo tenía una alternativa…
Me quité la camiseta y el pantalón rápidamente. Y mirándoles fijamente les extendí mi mano en señal de agradecimiento. Supuse que en pelotas sería un agradecimiento más sincero. Ellos rieron mientras señalaban mis calzoncillos. No había sido sincero del todo y había que arreglarlo.
unjubilado dice
Me he reído con tu historia. Espero que no te vuelva a pasar lo de quedarte atascado en la arena de una playa, pero si te pasa hay una solución, lo digo por experiencia ya que de joven me metía con mi seiscientillos casi en el mar.
Simplemente tienes que sacar dos alfombrillas y ponerlas lo más próximas que puedas debajo de las ruedas que giran (ruedas motrices), si tratas de salir hacia adelante, se ponen en la parte delantera pegadas a las ruedas para que sean arrastradas por estas y formen un «firme» que te ayudará a salir. En este caso que a nadie se le ocurra empujar, que alguna alfombrilla puede salir disparada hacia atrás.
somos dice
Gracias unjubilado por el comentario. Y es que se nota que eres gato viejo. Eso de las alfombrillas es muy ingenioso… Saludos 😉
Nelson Mochilero dice
La manera de narrar la historia fue espectacular. Si fuera un libro seguro hubiera terminado leyéndolo.
Un saludo y éxitos!
somos dice
Gracias Nelson. Como me alegra que te guste la historia. Sabes que muchas veces lo difícil es encontrar la historia que sea interesante para el resto. Y lo cierto es que las pequeñas historias pueden tener mucho interés. Saludos
xipo dice
Graciosa anécdota!! Y bueno, para la siguiente vez ya sabes, agradecimiento sincero del todo desde el principio, sin calzoncillos ni nada… XD
somos dice
Para la próxima vez Xipo lo tengo claro, muy claro…
Herminio dice
Todavía me estoy riendo…., bueno aquí aplicaría mejor «descojonando»;),
Una pregunta, ¿seguro qué no embarrancaste voluntariamente?….que nos conocemos!!!!
Un saludo!
somos dice
herminio, efectivamente nos conocemos…
Alberto dice
¡Menudo panorama! Yo odiaría al coche para toda la vida ya. Anécdotas como esta hacen que los viajes sean geniales, seguro que ahora te ríes más que cuando estabas en situación.
somos dice
Hola Alberto. No es para tanto. Gracias a estas historias conoces gente. Bueno, gente desnuda…. 😉
Luis López de Guideo App dice
Hola,
Jejeje muy bueno, me encanta la historia, lo incómodo que te tuviste que sentir cuando no sabías qué hacer y por supuesto el agradecimiento final es genial. 🙂
Un saludo. Luis
somos dice
Gracias Luís. REalmente a veces las mejores historias aunque parezca mentira son reales…
Oscar dice
Jaaaaa que linda historia, me encantó!!!
Hoteles5E dice
Una historia estupenda, enhorabuena por el blog
somos dice
Gracias…
Jordi dice
Que historia tan interesante, Dios mío! Y vaya gesto tuviste al quitarte los pantalones. Me he emocionado!
Cesar dice
A las mujeres les ha dado por lucir rasurada la vagina cuando están en la playa, pero lo que nos pone a los hombres como motos es verlas con sus coños bien peluditos.