Estaba sentado en una terraza de París tomándome un refresco de naranja. Una fanta de toda la vida. Pedí la cuenta y me di cuenta de que va el tema de los precios en parís.
Mientras tanto seguía disfrutando del buen tiempo que hacía para la época del año que era. El camarero me dejó la cuenta encima de la mesa sin apenas mirarme.
12 Euuuuurroooooosss!!! Ante mi sorpresa inicial intenté buscar alguna razón para este precio, y algunas de las opciones que se me ocurrieron eran las siguientes:
1) Quizás estaban recolectando dinero para el aire acondicionado interior que comprarían de cara al verano, que como en muchos bares y restaurantes de París no existe, aunque sea Agosto y te estés achicharrando vivo.
2) Quizás era el vaso. A lo mejor por defecto te sirven en un vaso de cristal de bohemia de 200 años, y claro, eso cuesta dinero. (Tendría que pedirlo en vaso de plástico la próxima vez?)
Pero, continuando con mi visita por París encontré la solución en este jardín de versalles.
Claro, si fueran naranjas reales de versalles lo que había en mi refresco, que por la foto se deduce que no hay muchas para toda Francia ya que plantan los naranjos en macetitas, hasta baratos serían los 12 euros. Gracias por el descuento, amable camarero!!!
Considero estas teorías ya que evidentemente y por supuesto descarté que se tratara de un miserable abuso del turista 🙂
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