El museo de los instrumentos musicales de Bruselas es una delicia para la vista y el oido. Consideró que debería estar en cualquier visita de Bruselas con niños o en familia. En este post me centré más en el edificio incluso dibujándolo. Hoy toca su interior, y la idea es de lo más original: intentar oír una cantidad de instrumentos inimaginable.
Audioguía
Cuando entras en el museo de instrumentos musicales te dan uno de los elementos clave de la visita: la audioguía. No hay en español pero que no cunda el pánico, el principal objetivo es oír música por lo que es un problema menor. Por otra parte, la audioguía no solo reproduce sonidos sino que hay videos también para entender como se tocan algunos de los instrumentos.
Para utilizar la guía, es muy sencillo, solo tienes que pulsar el número que hay delante de cada instrumento.
La visita
Un fantástico ascensor te lleva a los pisos superiores. Nos comentaron que era mejor comenzar en el piso superior e ir bajando. En cada piso hay un tema diferente. Por ejemplo, comienzas con los teclados.
Desde increíbles muestras únicas de teclados de la Edad Media hasta los más modernos y alucinantes. Y aquí está el problema de la visita. Tienes tantos que nuestros hijos querían oírlos uno por uno. Admito que por una vez les daba prisa para avanzar en un museo…
Y comenzamos a chivarnos números de instrumentos: mira el 124, escucha el 134… En definitiva, todos participamos en el descubrimiento del museo.
La variedad de instrumentos musicales es brutal. Solo con los teclados tienes un buen rato para verlos y oírlos todos.
Hasta una máquina de escribir forma parte de la exposición. Pensándolo bien, es un sonido cuando menos, relajante.
Y también hay lugar para los más modernos, como estos instrumentos que se tocan deslizando los dedos sobre ellos.
Si sigues bajando llegas a la parte de músicas occidentales. A mitad del recorrido hay una sala diáfana en la que se puede descansar un poco.
Hay un grupo de música en la sala que nos «acompaña» en el descanso.
Allí, como no podemos descubrir entre otros el saxofón y su historia relacionada con su inventor Adolf Sax (Belga por supuesto). Otra vez, infinidad de instrumentos de viento, cuerda y de las más extravagantes formas que te puedas imaginar.
Mientras, Pau y David, seguían comentando qué instrumento era el más chulo.
El edificio en sí también tiene su gracia. En cada rincón te encuentras una pequeña obra de arte.
El último tramo con instrumentos relacionados con la música étnica del mundo lo tuvimos que hacer muy rápido desgraciadamente. Pero es que no controlamos el tiempo e informaron que iban a cerrar el museo. Supongo que tenemos excusa para volver algún día.
Las vistas de Bruselas desde el museo de instrumentos musicales
Un detalle para tener en cuenta. En la última planta hay un restaurante en el que destacan por encima de todo sus vistas.
Aunque no comimos allí, conocía este detalle y subimos aunque solo fuera para ver a través del cristal del mismo. Si comes allí, intenta tener una mesa al lado de la ventana. Comerás con Bruselas a tus pies.
Esta visita está incluida en la Brussels card, por lo que se incluye en la misma. Está claro, no hay excusa para no visitar este museo. Y no nos podemos quitar de la cabeza la sintonía del número 124. 😉
para más información, puedes visitar la web de turismo de Bruselas, concretamente la sección del MIM
SOFÍA dice
hola muy buenas tenia una consulta sobre este museo
esta permitido grabar o hacer fotos?
muchisimas gracias