El Delta del Ebro es uno de esos lugares que posiblemente hemos visto más veces en un mapa en las clases de geografía pero que desconozco el motivo por el que no entra habitualmente en nuestra agenda viajera. Este año que hemos decidido viajar por zonas cercanas de Tarragona dispuestos a descubrir lugares que estaban ocultos tras el cierto desprecio a la cercanía. Por ello, nos dirigimos al Delta del Ebro con niños sin un destino fijo a ver con que nos sorprendía.
Comenzamos yendo a la parte sur del Delta. Vimos que había allí un punto de información y siempre es bueno comenzar una visita preguntando a los profesionales. Por mucho que haya blogs, no hemos de prescindir de los consejos de proximidad ;).
Punto de información Casa de Fusta

El punto de información tiene por nombre “Casa de fusta” o casa de madera y es localizable mediante «google Maps». El nombre viene dado por una vieja casa de color verde justo detrás del punto de información. Esta casa, fue construida en el año 1926 cuando gente adinerada de Barcelona descubrió el Delta y quisieron fundar una sociedad de caza. Recibieron una concesión para cazar de 10 años y construyeron esta casa desmontable que trajeron desde Canadá y les costó unas 350.000 pesetas. Ahora, esta casa se ha convertido en uno de los edificios emblemáticos del Delta.

La entrada a la Casa de Fusta se realiza a través del punto de información y tiene un precio simbólico. También en su interior hay una exposición permanente.
El punto de información está en una casa tradicional del delta. La verdad es que es bonito y ayuda a ver como eran las construcciones en el Delta.

Los niños miran curiosos estas construcciones con tejados de caña.

La “Encanyisssada” y sus aves
La Casa de Fusta está frente a la laguna más grande del Delta. El nombre viene de la palabra “canyís” o caña que rodea toda la laguna y forma una masa vegetal impenetrable. La gran laguna atrae a multitud de aves durante todo el año.

En verano hay importantes colonias de cría de especies como la cocha común (Fulica otra), la gaviota reidora (Larus ridibundus), el fumares cariblanco (Chlydonias híbrida), la arcilla común (Egreta garzetta), la arcilla bueyera (Buculcus ibis), la garza imperial (Ardea purpúrea) y la arcilla Cangrejera (Aredeola ralloides). En cambio en invierno, llegan todas las aves procedentes del norte de Europa para pasar un invierno más suave. Algunas de las especies que llegan en esa época son el aguilucho lagunero, el pato colorado, el sillón europeo, el porrón europeo y la fecha común.
Cerca del punto de información hay un punto de observación de aves.

No olvides llevar unos prismáticos para aprovechar la visita. Si no tienes, puedes alquilarlos.
Vale la pena poder observar tanta ave de cerca. Este no será el primer punto de observación que veréis. Nosotros fuimos incapaces de no parar y subirnos a cada uno de ellos a ver si descubríamos alguna nueva ave.


Actividades para hacer en la “encanyissada”
Cerca del punto de información hay la opción de alquilar bicicletas o bicicars. Optamos por el bicicar aunque el tamaño del mismo me ofrecía algunas dudas. Son “trastos” grandes que cuesta arrastrar. En general no intentéis llevarlo solo dos adultos como era nuestro caso. Pero como Pau ya está en los casi 12 años pensamos que algo empujaría.

Con el entusiasmo de los niños el trasto comenzó a andar.

Recorrer la “Encanyissada” en bicicleta.
Justo al salir del punto de información hay un camino señalizado para las bicicletas. Nos dirigimos a él y he de decir que es un placer recorrer una vía exclusiva para bicicletas y que bordee una laguna tan grande como esa.

Tuvimos que darnos la vuelta a la media hora ya que las fuerzas no sobraban y no queríamos hacer más de una hora.
De todas formas, seguíamos parando cada pocos metros para hacer fotos del paisaje del Delta del Ebro.



Eso sí, como es habitual en la zona, nuevos puntos de observación se situaban a lo largo del camino.

En uno de ellos, una pequeña comunidad de flamencos se veían a lo lejos quizás como aperitivo de lo que vendría más tarde.
Comer en el Delta del Ebro.
El delta es un lugar donde abunda la oferta de lugares de calidad para tomar las delicias de la zona. Nosotros nos decidimos por un restaurante que estaba justo al lado del punto de información: restaurant Casa de Fusta. Optamos por los platos recomendados ese día que nos permitió disfrutar de unos berberechos en un sofrito, unas navajas y como plato principal un delicioso arroz de cangrejo con alcachofas y langostinos. Espectacular!



Y por fin los flamencos
Después de comer decidimos pasar de las lagunas al mar. Había oído hablar de las playas del Delta del Ebro y tenía curiosidad. Cogimos dirección al mar hacia la playa del Trabucador. En el camino hacía la playa desde el punto de información pasamos por otro punto de observación.

Y justamente allí, ante otra laguna tuvimos la oportunidad de ver de cerca los flamencos. Pero por fin decidieron posar para nosotros.
Los flamencos habitan todo el año en las lagunas del delta por lo que cualquier época es buena para disfrutar del espectáculo

La gran playa del trabucador.
La playa del trabucados es espectacular ya por la disposición de la misma. Se alarga una lengua de tierra estrecha con mar a cada uno de los lados. Al final del trayecto tenemos la zona de la punta de la Banya que por cierto, no se puede visitar. Justo antes hay unas grandes salinas que se ven en la distancia.

Nosotros nos quedamos a mitad de la zona del trabucador. La singularidad es que a mano derecha (dirección punta la Banya) tienes un mar plano y poco profundo. De hecho, es tan poco producto que puedes andar metros sin que apenas te hundas unos centímetros. El problema de esta playa del Delta del Ebro es que hay bastantes algas y solo hay arena en la orilla.

En cambio, a mano izquierda tienes un mar tal y como estamos acostumbrado a verlo. Bueno, igual no…

Es un lugar muy especial. Pocas veces he visto una playa tan inmensa como la del Trabucador. Quizás Fuerteventura es de las pocas playas que esté a la altura. Además, supongo que al ser septiembre y entre semana hizo que la pudiéramos disfrutar casi en exclusiva para nosotros. El sol al ir cambiando la iluminación debido a las nubes tornaba de un color turquesa las aguas por momentos. Fue un auténtico privilegio que costará olvidar.

Las dunas y el faro del Fangar.
Cuando nos hablaron de las dunas que se podían recorrer entre pasarelas de madera, lo atendamos para después de la playa. Quizás podía ser un gran broche final para el día en el delta. Las dunas comienzan en la urbanización de Riumar. Allí, unas pasarelas pasan entre las dunas para preservarlas a la vez que facilitar el paso de la gente hacia la playa. La verdad, es que es una muy buena solución que satisface a los turistas y a las pobres aves que anidan entre la arena.


Recorrimos un poco aunque nos quedamos con las ganas de andar por la playa hasta llegar al faro del Fangar. Esta excursión la dejamos sin duda para más adelante ya que promete ser espectacular. El faro del Fangar se haya en un paisaje muy diferente y ha de ser objetivo de una próxima excursión al Delta del Ebro.

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