Unos de los argumentos más recurridos de las películas de aventuras es cuando la única salvación del héroe es estar en un lugar determinado a una fecha y hora concretas. Poder llegar supone siempre para el protagonista conseguir algún tipo de liberación. Pero está claro que el camino nunca es fácil.
Conseguir palpar este soñado final independientemente de lo difícil que pudiera ser el camino era lo que John buscaba cuando decidió ir a aquel pueblo perdido en medio de la nada: Laguna Niguel. Le esperaban tres duros días en coche a través de Estados Unidos. Sin embargo, poder sentirse liberado aunque solo fuera un sólo día era lo único que tenía en mente. Demasiados años trabajando delante de la pantalla programando millones de líneas de código y había llegado el momento de hacer un salto de línea diferente; pasando del código fuente a la vida real. Tanto software sin margen de error y por fin ese verano inyectaría un pequeño virus temporal que agitaría su monotona vida aunque fuera por unas horas.
Llegó a Laguna avanzada la tarde. Justo a la entrada había un bar de carretera en el que polvorientos coches se amontonaban en un caótico aparcamiento. Al entrar, la música country estaba algo alta pero por esta vez lo agradeció; necesitaba despertarse de tanto kilómetro recorrido en solitario. Una larga barra roja justo delante de la cocina emanaba olores que hicieron despertar también a su estómago. Se sentó en el extremo y pidió unas tortitas que estaban haciendo furor. Mientras comía una voz le desconcentró de su fiesta gastronómica.
– Hola soy Sue. ¿Has venido a lo del tren? -Le susurró la chica
– Si. ¿Cómo lo has notado?
– Muchos de los que estamos aquí hemos venido a lo mismo.
Continuaron conversando sobre sus vidas. Ella, agente de seguros con casi las mismas horas de ordenador que Jonh, estaba allí buscando también un momento diferente en su vida.
– Mañana a primera hora si quieres vamos juntos. – Le invitó Sue cuando ya estaban en los postres.
– De acuerdo, déjame que te recoja y vamos en mi coche.
– Dicen que el mejor lugar es cerca del cruce con Rivertown. Allí puedes acercarte fácilmente a la vía del tren sin muchos problemas.
A las 8 de la mañana allí estaban los dos, en un pequeño montículo de tierra esperando el primer tren de la compañía Amtrack.
– Suelen pasar puntual. En 12 minutos pasará el primero y creo que debemos hacerlo con ese. O sino, ¿para que hemos venido? – Comentó Sue.
Mientras pasaban los 12 minutos, Jonh se imaginaba a Sue en el trabajo mientras miraba al horizonte. Debía ser una implacable agente de seguros. Era pura determinación.
– Allí viene… -susuró John mientras localizaba orgulloso un pequeño punto negro en la distancia.
Los dos se levantaron rápidamente. Se pusieron perfectamente orientados de espaldas a las vías.
– Cuando esté casi llegando, lo hacemos. Sin pensárselo!
El tren llegó en el momento previsto. Las 8:12 de ese día de Julio. Los dos, gritaron juntos mientras la gente del tren miraba atónita.
A veces, las historias parecen lo que no son. Y otras tantas, la liberación se puede conseguir de muchas formas. Quizás por ello, la gente acude en masa a Laguna Niguel a hacer algo que se sale de lo común. Algo tan tonto y absurdo que nunca justificaría un viaje, pero quizás muchas veces lo que necesitamos son esos pequeños momentos sin sentido que recordaremos durante mucho tiempo. Jonh, ahora teclea código y de vez en cuando se acuerda de aquel día de verano en el que pasó una mañana enseñando el culo a los viajeros del tren junto a Sue.
Nota: en Laguna Niguel existe la tradición de enseñar el culo al tren durante un día al año en verano. En esta web tenéis los detalles. Como podéis ver los viajes no solo pueden ser para ver un paisaje que parece la Toscana o un gran monumento con miles de años. También pueder ser viajes absurdos. Viajes tan pequeños y absurdos que pueden ser muy grandes.
Maca dice
Es fantastico este relato….Gracias por sorprenderme!!!
somos dice
y gracias a ti por compartir que te ha gustado. al final cuando haces este tipo de post alejados del tradicional post viajero siempre te queda la duda si realmente vas por el buen camino. tu comentario ayuda a seguir haciendo un poco lo que más me gusta independientemente de la línea editorial de un blog de viajes…