Admitamos que todos tenemos alguna manía (o manías) nuestra vida diaria. Además, existe una fina línea que separa la manía de la superstición. Y cuando entramos en este campo las extravagancias se multiplican. Ejemplos claros los tenemos en los deportes y concretamente los jugadores que exhiben repertorios muy completos de gestos y rituales que son difíciles de englobar dentro de manía, superstición o ritual.
Lo admito, tengo manías viajeras
El otro día pensaba que estaba exento de tales manías pero al cabo de un par de minutos resultó que puedo hasta agruparlas por temáticas. En este post os comento algunas de estas manías viajeras que se han instalado en mi vida.
Revisar la habitación mil y una veces
Para comenzar he de decir que toda manía tiene su base en algún hecho anterior y creo que este es fácil de encontrar en este ritual al que estoy encadenado. Me he dejado en alguna ocasión algún objeto en una habitación de hotel y para que no vuelva a suceder creo que lo llevo un poco al extremo. Ahí estoy yo, maleta en mano, con todo preparado para abandonar la habitación. Pero me es imposible cerrar la puerta sin hacer un último vistazo. Hasta ahí todo bien si no fuera por que en vez del último vistazo es el ante-ante penúltimo. En ese momento entro en un bucle de revisión de habitación: camas, debajo de los muebles (como si hubiera dormido debajo de la televisión), el baño, armarios y… vuelta a la cama, muebles… Es decir, entro en un bucle continuo del que me es complicado salir. Encima, las revisiones las hago pensando en otras cosas por lo que nunca estoy seguro si he revisado todo correctamente. Al final, cuando llevo dando vueltas por la habitación como un loco durante un rato, es la hora del vuelo que se acerca la que hace que llegue el ansiado portazo a la puerta. Pero admito que me es difícil salir del hotel…
Llegar al aeropuerto con mucha antelación
A veces han bromeado conmigo diciéndome que no dan mejor menú en el avión si llego 3 horas antes al aeropuerto. Lo que ellos no saben es lo mal que lo pasé en un par de ocasiones debido a los horarios de los aviones.
En una de ellas, llegué al aeropuerto con mi pareja dispuestos a ir a Venecia y justo ese día cambiaron la hora. Perdimos el avión y estábamos ante un panorama desolador. Por suerte (y de esas cosas que solo pasan una vez en la vida), un piloto que iba a viajar con su mujer nos salvaría. Ella, se fijó en nosotros y supongo que nos vio tal cara de pena que comentó algo con su marido. Al momento, nos llamaron desde el mostrador y nos dijeron que se había prestado a viajar en cabina y que entonces quedaban dos asientos libres en el siguiente vuelo. Mi subconsciente creo que quiere evitar que esto vuelva a pasar y me pongo muy nervioso si llego muy justo al aeropuerto. Por ello, prefiero llegar con mucho tiempo e invertirlo en tomarme un café tranquilamente. Lo de llegar a toda velocidad al checking es algo que no soporto…
Bolsillos y papeles
Soy muy despistado. Por eso, puedo tener un papel en la mano y al cabo de pocos segundos preguntarme «donde he puesto el papel?». Si ese despiste lo llevas a una ciudad lejana junto con muchos documentos y papeles que sueles llevar a los viajes, todo se convierte en una bomba de relojería. En definitiva, que tengo una asignación de bolsillos por tema que hace que lo que es documentación vaya en bolsillo chaqueta superior derecho, bolígrafo en izquierdo, libreta en anorac exterior derecho… y así hasta cubrir el cupo de bolsillos habidos y por haber. No sé si funciona, pero al menos me transmite una cierta sensación de control.
No quedan aquí, voy a seguir pensando en ello y seguro que añado otras tantas más… Eso sí, espero no haberos contagiado ninguna 😉
Por cierto, ¿existe alguna manía que quieras compartir con nosotros?
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