Admito que estaba contento. Había conseguido un vuelo que no salía a esas horas de la madrugada en las que tu cuerpo se niega a levantarse. Iba hacia Detroit vía Amsterdam con KLM y era un viaje largo más. La salida estaba programada sobre las 11 de la mañana desde Barcelona para llegar a las 13:20 a Amsterdam y coger, tras dos horas de margen, el vuelo a Detroit de las tres y media. En definitiva, nada en especial.
El mundo del transporte aéreo se sostiene gracias a miles de factores que están en un equilibrio casi mágico. Pero a veces pasan pequeñas cosas que hacen que se desencadenen un maremoto de consecuencias. Y esta vez, me pilló la ola.
– Señoras y señores. Le informarmos que el vuelo de Amsterdam se retrasará dos horas debido al mal tiempo en Amsterdam. -Dijeron por los altavoces de Barcelona.
Teniendo en cuenta que precisamente esas dos horas eran el tiempo que tenía de margen para el siguiente vuelo, estaba claro que perdía el enlace. En ese momento, fui a preguntar al mostrador.
– Teniendo en cuenta que he perdido el siguiente vuelo, qué me aconseja?
– Le diría que como los vuelos que salen de Amsterdam también están con horas de retraso, mejor que vuele. Posiblemente podrá coger su vuelo. Además, si lo perdiera, como está más cerca de destino final será más fácil que le recoloquen.
Me hubiera quedado tranquilo sino fuera porque en el estado de los vuelos de Amsterdam no aparecía mi vuelo de conexión con retraso. Y por otra parte, con el motivo de la cercanía al destino parece que estaba claro que mientras más colgado te encuentres más probabilidades tendrás de llegar al destino. O sea, mejor que te encuentres lo peor posible. Al final, cogí el vuelo a Amsterdam directos a la aventura de lo imprevisto.
Al inicio del vuelo, una bocanada de esperanza salió del altavoz del avión cuando el capitán dijo, más o menos, que le daría al acelerador para intentar recuperar tiempo. Esperanza contraproducente ya que al cabo de una hora informaron de una forma elegante:
– Señoras y señores. Los pasajeros de Detroit y los destinos de Japón han perdido su vuelo. Lo sentimos y vayan al mostrador en el aeropuerto.
El motivo de los retrasos lo comprobé en primera persona ya que pocas veces se ha movido tanto un avión como ese aterrizaje en Amsterdam debido al viento.
En este tipo de situaciones siempre intentas pensar cual es el siguiente paso más lógico. Esta vez estaba claro que el reto era pasar desde la última fila por un avión repleto de japoneses. Una quimera que efectivamente no se cumplió. Salí el último y ya preparado para la guerra del mostrador.
Llegué a una cola interminable siguiendo las indicaciones de dos empleados de tierra de KLM. En un par de ocasiones enseñando mi billete me confirmaron que ese era el lugar para intentar que me reubicaran en otro vuelo. El día sería muy largo…
Al cabo de aproximadamente una hora pasó una persona preguntando a la persona de delante mío:
– Destinos Europa? Destinos fuera de Europa?
Al enseñarle el destino y comprobar que era no europeo le informaron que esa cola no era la correcta. Obviamente, salté inmediatamente a preguntar si realmente debía estar en esa cola o no.
– No, debe ir a la cola de reserva de hotel. No hay más vuelos a Detroit hoy y debe salir a la zona de recogida de equipajes que hay un mostrador para los hoteles.
No entendía nada. Cuatro personas me habían indicado que esperara en esa cola para que al final alguien los contradiga a todos haciéndome ir a otro lugar.
Llegué a la supuesta nueva cola. Antes, pregunté a una persona que había por allí. Me dijo que desde la cola de arriba estaban enviando gente allí ya que no podían gestionar a todo el mundo. Además, me dio un cartoncito con un teléfono y el contacto de twitter y facebook de KLM para que intentara averiguar cual sería mi próximo vuelo. Es decir, allí había personal pero si quería saber cuando volaría Twitter era mi opción. Lo que son las cosas…
Finalmente, en el mostrador, me dieron 10 euros para gastar en el aeropuerto y un bono de una noche en el hotel Ibis de Amsterdam. Me indicaron que no me preocupara ya que ellos me cambiarían de vuelo y me informarían. De todas formas, aparte de su bolsita de aseo les pedí dinero para gastos como una simple camiseta para el día siguiente.
– Se lo compra y luego lo reclame. No habrá problema alguno. – Y es que encima hemos de ser optimistas…
Obviamente, no lo he dicho, pero yo y mi maleta habíamos tomado destinos separados…
Envié un twitter a KLM diciendo que estaba perdido en Amsterdam y que necesitaba ayuda; tengo confianza en Twitter pero que me solucionara esa situación era casi creer en milagros. Me contestaron lo siguiente:
– He visto que está perdido. Si está en el aeropuerto vaya al mostrador de KLM y si está en medio de Amsterdam por favor contacte con las autoridades para que le digan dónde está el aeropuerto.
El comunity manager de KLM creo que interpreta con exceso de literalidad los tweets. Me fui a dormir sin nuevo billete y confiando en facebook o twitter. Durante la noche hubo alguna contestación preguntando de nuevo los datos del vuelo o indicando que mi caso lo escalaban a otras instancias. Pero todo sin resultado y yo, sin dormir; es complicado hacerlo entre mensaje y mensaje de facebook en la noche.
En estos caso lo aconsejable es irse pronto a la mañana siguiente para estar al comienzo de la cola y si hay pocas plazas facilitar que te reubiquen. Activé el modo madrugador y a las 6:30 de la mañana estaba saliendo de la habitación. Justo antes de cerrar la puerta sonó un mensaje en el móvil.
– Le hemos cambiado el vuelo a uno nuevo que saldrá a las 13:00.
Vaya! podrían haber avisado antes: vestido y preparado para salir cuando faltaban 5 horas aún. Esperé en la habitación un rato más antes de coger el autobús lanzadera al aeropuerto. Al llegar, una gran cola delante del mostrador de KLM se extendía en el hall mientras pensaba que yo podría hacer estado ahí.
El equilibrio por el que se sustenta el devenir de la actividad aérea es de los más débiles que conozco y donde más explicación tiene el llamado efecto mariposa. Cualquier pequeño incidente como 2 horas de retrasos en un aeropuerto del mundo afecta a cientos o miles de personas además de compañías y otros aeropuertos. Y está claro que nadie está preparado para solucionarlo de inmediato. La única solución es tener paciencia y sufrir la descoordinación de las compañías que están más preocupadas en minimizar le tiempo en tierra de los aviones pero no de las personas.
Nota: a la vuelta me volvieron a cancelar un vuelo con Delta. Esta vez me reubicaron sin problemas aunque me gustaría saber porqué Delta cancela un vuelo tan a la ligera. Quizás otro efecto mariposa y un pleno total de vuelos con problemas.
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