El dato es claro. Una de cada cuatro detenciones por robo en Japón tiene como protagonista una persona de más de 65 años. Hace veinte años, cuando se comenzó a realizar esta lista solo era uno de cada veinte. El problema es que según la policía no todos los motivos son de carácter económico ni debidos al envejecimiento de la población.
Atribuyen este fenómeno a los cambios registrados en la sociedad nipona, mucho más individualista y dura que antes. Se ha roto la tradición ancestral nipona de reunir bajo un mismo techo a tres generaciones de una misma familia. Una situación que garantizaba a los abuelos que en la etapa final de su vida estarían bajo el cuidado de sus familiares más próximos. Este panorama ha dejado prácticamente de existir.
Según una encuesta de la policía nipona en mas de mil personas en este grupo de edad que habían delinquido robando menos de 55 euros, cerca de la mitad aseguró que no tenían amigos ni familiares. Y como huir de la soledad? Muchos de ellos han llegado a la conclusión de que el mejor lugar es la cárcel. Allí tienen techo comida caliente y compañía. Además, han de trabajar 6 horas al día. Según funcionarios de las prisiones, esta obligación de trabajar para muchos de ellos es un premio ante la indiferencia de la sociedad fuera de la cárcel.
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