Si me conocéis seguramente os habré contado la historia de Frank, mi hermano. Comienza hace muy poco, concretamente creo que menos de tres años. Por aquella época digamos que yo era el deportista de la familia. En cambio él, disfrutaba de una espléndida barriga curva y bonachona. Un día que coincidimos le invité a ir a correr unos kilómetros. En vista de que su ritmo digamos que no era infernal comencé a hacer esas cosas que hacemos entre hermanos. Es decir, a meterme con él.
Corrí roncando. Corrí de espaldas. Corrí mientras le explicaba que a ese ritmo yo podía dar la vuelta al mundo tres veces sin problemas. Me miraba. Sonreía pero acabó pensativo…
Salimos un segundo día con mis colegas del atletismo. Salir a correr en grupo, cuando a todos nos gusta este deporte es una experiencia única. Creo que ese segundo día fue importante en el devenir de los acontecimientos futuros. Recuerdo que al final del recorrido apretó un poco y tuve que acelerar para cogerle. Fue su primer aviso.
Mi hermano es un tío obstinado. A partir de ahí comenzó a entrenar. Antes del año ya había bajado de los 38 minutos en los 10 kilómetros. Al año y pico corrió su primera maratón. Por cierto, tener un corte de digestión en el kilómetro 15 e ir vomitando hasta llegar al 42 da una idea de su capacidad de sufrimiento. Pero los retos no acabaron ahí.
Creo que ya lo tenía en la cabeza desde hace mucho cuando me dijo que se apuntaría a una ironman. Una cosa es una maratón (que no es poco) pero otra es nadar 4 kilómetros, ir en bici por puertos de montaña 180 kilómetros y acabar con una maratón. Esto significaba más de 12 horas de ejercicio con el riesgo que eso conlleva. Desistí de intentar convencerlo que no era una buena idea. Tampoco me haría caso…
Hoy hace apenas una semana que acabó su primer ironman. Fue en la extreme-man de Salou. Además he de decir que no es un ironman común. Su etapa de bicicleta discurre a través de puertos muy duros por lo que el reto es aún mayor.
Al final creo que estas historias son las que vale la pena publicar. Pienso en los que se proponen ir al gimnasio a principio de año y no son capaces de ir un mes seguido. Y todos los que han desistido de hacer ejercicio por calificarse de «yo no valgo». Está demostrado. Es una cuestión de fe y de superación personal. Yo le transmití el virus del running. Espero que esta historia inspire las zapatillas de alguno de vosotros. Nunca es tarde.
Enhorabuena Frank. Gracias a ti, todos somos finishers!
Os recomiendo que leáis el relato de la carrera en su blog. Mucho mejor estas cosas en primera persona. Aquí tenéis el enlace de la carrera
Piel de gallina!!!!! Es cierto, sin tu motivación inicial nunca lo hubiera coneguido. Gracias.
Muy grande la historia Juan Antonio!!
Un abrazo a ti y a Frank!! Yo ahora me voy a la playa a nadar y esta tarde tenis, el Ironman lo dejo para los más locos!jaja.
gracias David por tu comentario. Un placer oírte de nuevo
Enhorabuena Frank, impresionante!!…si es que no se puede picar a la gente, que acaban pasandote la cara por la mano.
Recuerdos!!
le envío tu enhorabuena Herminio!
Ohh!!! no habia leido esta entrada! Que grandes los dos! Y que ganas me entran de ir a correr con vosotros!!! Felicidades!
el último intento de correr juntos te lesionaste. A ver si coincidimos en alguna carrera Quique
Wow! Que historia, eso es darle un cambio a la vida. Puedes estar contento, pues gracias a ti se dio ese cambio.
cierto, en parte tengo algo de culpa. De todas formas miedo me da ya que me ha contado lo que puede ser su próximo reto y cuando oí algo de fiordos le dije que estaba loco…