Nunca me canso de volver al Pirineo. Quizás el haber pasado muchos veranos con mi familia cuando era un niño me ha inculcado ya un amor por esta tierra que supongo será para toda la vida. Y si hablamos del Pirineo y sus pueblos hemos de hablar de Ainsa que es un rincón único con atractivo histórico y natural en España. Enclavada en el corazón de los Pirineos, esta joya medieval te invita a sumergirte en calles empedradas, monumentos centenarios y paisajes impresionantes. Visitarla es descubrir la perfecta combinación entre historia y naturaleza mientras exploras su casco antiguo y te aventuras por los alrededores. Desde su imponente plaza hasta emocionantes actividades al aire libre, Aínsa promete una experiencia única para cada visitante.
Un poco de historia de Ainsa
La historia de Aínsa, enclavada en la provincia de Huesca en España, se remonta a tiempos prehistóricos, con rastros de asentamientos en la zona. Sin embargo, su importancia aumentó durante la época romana, cuando fue un enclave estratégico en las rutas comerciales y un punto clave de defensa.
Durante la Edad Media, Aínsa adquirió gran relevancia como bastión defensivo en la frontera entre los reinos de Aragón y Navarra. En el siglo XI, se construyó la fortaleza y el castillo que aún dominan la ciudad.
En Aínsa, tuvo lugar la famosa «Batalla de Aínsa» en el año 724 durante la invasión musulmana en la península ibérica. Según la leyenda, en el momento crítico de la batalla, apareció en el cielo una cruz luminosa que inspiró a las tropas cristianas a luchar con mayor determinación. Este fenómeno se considera un milagro y se atribuye a la intervención divina. Los cristianos lograron una victoria sorprendente, expulsando temporalmente a los musulmanes de la zona. Este evento histórico y legendario ha dejado una marca indeleble en la historia y cultura de Aínsa. Se rememora con la fiesta bianual de «La Morisma«.
A lo largo de los siglos se le han otorgado numerosos privilegios por los diversos monarcas, como el concedido por Alfonso I en el año 1124: el derecho a celebrar ferias, el de aduanas, el de elegir su propia justicia…
Guía de la visitar a Ainsa
Este mapa estaba a la entrada de la localidad. Aquí van los puntos principales que marcan en el mapa.
Plaza de Ainsa
Data de los siglos XII-XIII, que coincide con el mayor auge de la villa. Fue escenario de numerosas ferias y mercados. Sus dimensiones y su carácter medieval la convierten en una de las más bellas de España y lo que es más importante, posiblemente la única que conserva sus construcciones originales.
El elemento más característico son sus porches. Su estilo es típicamente románico, con sus arcos de medio punto, aunque hay algunos ojivales, de modo que es difícil encontrar dos arcos iguales. Las casas son todas de construcción parecida, y sus tejados originalmente de losa han sido sustituidos por teja árabe. Bajo los porches de la plaza se encuentran dos prensas de vino comunales.
El resto de viviendas se articulan en torno a dos calles que partiendo de la Plaza Mayor se fusionan en la plazuela de San Salvador (que debe su nombre a una antigua iglesia de la que sólo quedan algunos restos), la calle Mayor (llamada también Gonzalo I) y la calle de Sta. Cruz.
La iglesia
la iglesia parroquial está puesta bajo la advocación de Sta. María. Es uno de los templos más sobresalientes de todo el Sobrarbe, caracterizándose por su sobriedad y desnudez. Su construcción se inició a finales del s. XI y debió terminarse en la segunda mitad del siglo XII. La torre desempeñó un doble papel, religioso y militar. Este último dado a su óptimo emplazamiento y su considerable altura.
Lo que tienen las iglesia medievales es que su interior te transporta a otras épocas. La nave principal es pequeña.
Lo mejor de la Iglesia para mi gusto es su cripta justo debajo del altar. Me recuerda a alguna de esas películas de Indiana Jones donde esperas que en algún lugar del recinto se mueve alguna piedra y se abra algún túnel oculto.
El castillo
El castillo es un Impresionante conjunto amurallado, originalmente rodeado por un foso que únicamente se podía atravesar por un puente levadizo que daba acceso al descomunal patio de armas flanqueado por 4 torreones, de los cuales destaca el de la Torre de Homenaje (s. XI). Resaltar el entramado de arcos de medio punto que sustentan el paseo de ronda y las dimensiones de esta fortaleza.
Desde el interior de la fortificación se puede ver el pueblo de formas originales.
Las calles de Ainsa
Aparte de lo comentado, el verdadero encanto de Ainsa es pasear por sus calles y descubrir pequeños rincones o miradores hacia la montaña.
Miradores
Al estar en un emplazamiento más o menos elevado, un apartado especial son los miradores que nos permiten ver varios kilómetros con los ríos Ara y Cinca contorneando la ciudad.
En conclusión, si vas al Pirineo, aconsejo hacer una excursión a este magnífico pueblo que te transporta a otras épocas en medio de unas vista excepcionales.
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