Escocia en autocaravana. La isla de Skye

En todas las guías, la isla de Sky aparece como la visita obligada en Escocia. Y a priori es lógico preguntarse porqué es una visita imprescindible. Este post pretende desvelar en parte esta pregunta. La historia geológica de Skye ha provocado unos paisajes singulares e increíbles. En la isla nunca estarás a más de 8 kilómetros del mar. Aunque había dos alternativas para llegar a la isla (por tierra o por mar) pensé que no había mejor entrada a la isla que hacerlo por mar. Sí, has oído bien; por mar.

De esta forma, entramos y salimos de la isla por lugares diferentes y así podíamos ver más cosas. Por ello, salimos de Glencoe y nos dirigimos hacia la costa por carretera.

En el recorrido que nos lleva hacia el mar pasamos por el Geflinnan Monument que conmemora a quienes apoyaron a Bonnie Prince Charlie en la revuelta jacobina de 1745. Está indicado en el mapa superior.

Poco a poco el paisaje costero aparece. Sin duda, para alguien que viene del Mediterráneo tiene un aspecto muy diferente al que estoy acostumbrado. Todo mucho más verde (obviamente) y las bahías jugando con las mareas dejan al descubierto amalgamas de colores. El paisaje es impresionante con esas montañas que se acercan al mar.

Los rios siguen inundando las llanuras verdes.

Vamos siguiendo la costa hasta llegar al pueblo de Mallaig. Esta villa vive de su puerto que además de alojar una flota pesquera numerosa hace de lanzadera de muchos de los que se desplazan a la isla de Skye por mar. Nuestra idea era llegar hasta la isla utilizando un ferry. Cuando compré los billetes del trayecto tenía mis dudas ya que era la primera vez que se juntaban dos elemento extraños para mí: una autocaravana y un ferry. Y digamos que la que llevábamos nosotros no era pequeña para “subirla” a un barco. Si ya no veía claro moverme por Escocia con una furgoneta de tantos metros, ya os podeís imaginar maniobrar dentro de un barco.

Afortunadamente, al ver el barco nos tranquilizamos. Sus dimensiones eran considerables por lo que la maniobra sería sencilla. Además, ningún problema con los billetes comprados.

Aunque para nosotros era la ruta más sencilla para los niños era una atracción más. Poner un coche dentro de un barco y navegar en él: una aventura. De todas formas David preguntó si podíamos meter a su vez el barco dentro de un avión como si fuera la versión transportes de las famosas muñecas rusas.

Cuando viajas con niños, muchos detalles que pasan inadvertidos se convierten en alicientes. Supongo que de ahí la frase de mirar el mundo con lo ojos de un niño para disfrutar cada momento. Y sus ojos como platos desde lo alto del barco, vigilando su caravana y preparados para zarpar.

El trayecto se hizo corto aunque el mar estaba un poco agitado y lloviznaba. Parece que la influencia de Sky, que es un lugar en el que 300 de los 365 días del año llueve, se hacía notar.

Pero sabíamos que por mucho que lloviera (que lo haría) nuestro paso por sky sería para recordar. Y al fin llegamos a Armadale como punto de entrada a Skye. Las primeras vistas ya hicieron que paráramos y comiéramos con esas increíbles vistas de Skye.

Y una vez en Skye comienzan a sobrar las palabras y las imágenes han de ser el conductor de esta narración. Cuando estás en Skye entiendes porqué está en el número uno de los imprescindibles de Escocia.

Nos alojamos en un mini-camping por llamarlo de alguna forma. Sin duda, el lugar tenía muchas posibilidades pero las matemáticas hicieron acto de presencia. La probabilidad que llueva en Skye es muy alta y se cumplieron los pronósticos.

Y mira que el camping prometía… La foto de su web era impresionante.

Lamentablemente el tiempo no acompañó y la bonita foto de la web acabó empañada por la lluvia…

Eso sí, el lugar era privilegiado. Algún momento que pude pasear tenía estas vistas a pocos metros.

Pasamos una noche aquí para salir al día siguiente a recorrer el resto de la isla. Nos levantamos pronto y cogimos un poco de altura al alejarnos del pueblo

Y nuestro objetivo era acercarnos al noroeste de la isla para ver la famosa Kilt Rock. Un lugar que tiene nombre de falda escocesa (Kilt) como mínimo despertaba nuestra curiosidad. Comenzamos el recorrido atravesando la isla

Las carreteras son siguiendo el patrón Escocés en muchos tramos de un solo sentido. Y con la autocaravana siempre pendientes si habrá un apartadero cercano para ceder o que te cedan el paso.

Posiblemente hay pocos recorrido tan espectaculares para los que nos gustan los paisaje verdes como los de Skye.

Aquellas carreteras infinitas al lado del mar…

Por fin giramos y aparcamos la caravana en un pequeño aparcamiento. Mirábamos a los lados buscando la famosa falda escocesa en forma de agua pero sin suerte

hasta que nos asomamos a la balconada…

La forma de las montañas erosionadas de la costa evocó a alguien la forma de una falda escocesa. Ese fondo panorámico con el agua cayendo al vacío justo delante nuestro hizo que estuviera un buen rato ahí parado como hipnotizado.

Paseando por el lugar encontramos este pequeño banco solitario rodeado de flores y orientado a la costa. Sin duda, otro lugar donde pasar otro buen rato. A este ritmo íbamos a pasar toda la mañana en este lugar. Pero merecía la pena.

Me senté en el banco simplemente respirando la humedad del ambiente y mirando al horizonte.

Como en toda Escocia siempre hay un camino cerca que invita a perderte.

A nuestro alrededor el agua siempre es protagonista como la de este río que furioso se acerca al mar.

… para desembocar en un tranquilo valle.

Pero finalmente llegó la hora de irnos. Sabíamos que esa mañana quedaría en nuestra memoria viajera. Subimos a la caravana mientras se oían los pequeños chasquidos de las gotas cayendo sobre la capucha que me protegía. Estaba subiendo la escalera cuando volví rápidamente al balcón; quería mirar por última vez aquella postal.

Iniciamos el camino de vuelta y siendo digno de la ley de Murphy cuando llevábamos unos minutos viajando comenzamos a ver el sol. Había estado escondido durante toda aquella mañana. Pensé que había sido mala suerte pero llegué a la conclusión que había sido afortunado de ver la verdadera Skye. Y es que soy un optimista enfermizo.

Pero Skye nos estaba preparando una despedida a lo grande. Llegando a Bradford, justo antes de dejar la isla, el sol nos despidió con un pequeño arco iris. Tenía gracia, el que nos había dado la espalda durante esos días nos despedía creando el multicolor espectáculo.

Llueva o no llueva, Skye es un imprescindible de Escocia. Espero que este post os haya transmitido la esencia de aquella Isla.