El sonido de mi portátil dejó de funcionar en Japón. Quizás demasiados kilómetros para el equipo. El tema es que decidí ir a una tienda de informática japonesa a comprar una tarjeta de sonido externa USB.
Entré en la tienda y ví a un vendedor. Estaba de espaldas. Le toqué la espalda requiriendo su atención.
Por favor, tienen tarjetas de sonido USB?
El vendedor con gafas con cristales de 1cm de grosor me miró extrañado. Era evidente o que no tenían o que no entendía absolutamente nada de lo que le estaba diciendo. Por tanto, un «no» era de esperar.
Sin embargo se dirigió veloz a su mostrador. Cogió una calculadora y empezó a teclear rápidamente.Quise pensar que en vez de una calculadora era algún dispositivo de traducción Japonés-Espanglish.Pero no. Efectivamente era una calculadora. Pulsaba botones una y otra vez. Levantaba la cabeza de vez en cuando, y al verme continuaba tecleando.
Me quedé inmóvil delante de él unos minutos. Pero al cabo de ese tiempo lo entendí todo. Él nunca de dirá que no tiene o no entiende, y para evitarlo cualquier cosa vale, como hacer que está calculando algo con su calculadora para mí. Estaba en Japón y he de recordar algunas reglas importantes.
Al final, me rendí y lo dejé tecleando en su calculadora.
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