En nuestro pasado viaje a Costa de Estoril una de las visitas que más nos gustó fue la del convento de los Capuchos. Se encuentra en el parque natural de Sintra a menos de una hora de Estoril. Es una visita perfecta para nuestro gusto familiar ya que combina historia y naturaleza. El convento aparece totalmente integrado en el bosque que lo envuelve constituyendo también un paraje con un importante valor natural.
El fundador del convento fue Don Álvaro de Castro. Su padre tenía un deber con don Joao III pero su muerte impidió que lo cumpliera y Don Álvaro finalizó la promesa.
El camino que nos lleva al convento es una declaración de intenciones paisajísticas. El camino empedrado se empina entre la exuberante vegetación.
Una cruz nos da la bienvenida con dos caminos que la bordean. La idea del libre arbitrio ante nosotros.
Llegamos al pórtico de los peñascos. Después de ver la entrada entendí el porqué del nombre…
El convento fue edificado en 1560 y uno de sus rasgos principales es la extrema pobreza en su construcción así como el uso del corcho en el aislamiento del edificio como en los motivos decorativos. Por ello, también se le llama el convento del Corcho. Al estar fusionado en la naturaleza utiliza las enormes rocas de granito como elementos estructurales. Llegamos al terrero de la fuente.
Al fondo, en la penumbra está la puerta de la muerte. Esta entrada, simboliza el desprendimiento del mundo material.
Una vez dentro del convento, unos estrechos pasillos nos adentran en él. A los lados, puertas extremadamente bajas que obligan a la genuflexión para poder entrar. Se dice que el rey Felipe II dijo:
«De todos mis reinos, hay dos sitios que mucho estimo, el Escorial por tan rico y el Convento de los Capuchos por tan pobre»
Un laberinto de puertas nos llevan a diferentes dependencias.
El comedor, con una laja de piedra ofrecida como mesa por el Cardenal Rey Don Henrique. Digamos que no hizo un regalo excesivamente lujoso…
Paré unos momentos ante una sala que me causó cierto escalofrío. La sala de la penitencia en penumbra y una la luz de la ventana iluminando la cruz le daba cierto aspecto tétrico.
A pesar de los años y gracias a su robusta y austera estructura es posible hacerse una idea perfecta de la vida de los frailes franciscanos. Un ejemplo es la cocina.
El convento tiene 8 habitaciones para los residentes, dos para religiosos visitantes, enfermería, y habitación superior.
Siempre, desde cualquier pequeña ventana forrada en corcho a forma de aislante solo se ve la exuberante vegetación.
En medio del recorrido hicimos un alto en el claustro. En la siguiente foto se puede ver la ermita del Señor en el Huerto y el granero a la derecha.
Para que os hagáis una idea del claustro, aquí tenéis esta panorámica del mismo. Hacer click en la imagen para verla ampliada.
Otra vista del claustro más detallado con vistas a las habitaciones.
Como he comentado en este post, el convento se encuentra en perfecta armonía con la naturaleza. Por ello, forma parte de la visita una serie de senderos por la montaña donde los frailes se desplazaban entre diferentes áreas del convento o simplemente se dedicaban a la contemplación de la naturaleza.
Precioso paso entre árboles.
El camino se empina hacia la parte superior del convento y la montaña.
Cada pocos metros, podríamos hacer cientos de fotos. El musgo verde lo cubre todo y le da un halo mágico. En la guía se proporciona un recorrido botánico que aún da más contenido a la visita. Al final del post tenéis alguna reseña adicional sobre este tema.
El convento fue abandonado en el siglo XIX. Finalmente, después de una mañana recorriendo tranquilamente el convento y sus alrededores abandonamos el lugar. Fue una gran experiencia para toda la familia. Con la entrada nos dieron un mapa y los niños estuvieron entretenidos intentando ubicarse en el mismo. Tantas habitaciones y rincones era como seguir el mapa de un tesoro.
En la zona hay merenderos. Por tanto, si vais la familia y el tiempo acompaña siempre podréis disfrutar de una comida en la naturaleza.
Espero que os haya inspirado una posible visita este recorrido por el convento. En futuros post seguiremos desgranando el parque natural de Sintra.
Os dejo algunos apuntes adicionales.
San Francisco de Asís. 1181 – 1226
Fundador de la Orden de los Frailes Menores, o Franciscanos. Eran notables por la simplicidad extrema que daban a sus vidas como forma de plena entrega a la espiritualidad.
La relación con la UNESCO.
En el 1995 clasifica la Sierra de sintra, donde se localiza el «convento de los capuchos» como paisaje Cultural – Patrimonio de la humanidad.
Recorrido botánico por el convento
Se pueden encontrar las siguientes plantas: lavanda, romero, acebillo, celidonia, helecho pata de gallo, coscoja, madroño, boj, a cebo, avellano, laurel, roble y castaño entre otros.
No conocíamos este lugar pero tiene una pinta estupenda, también decir que algunas de sus salas dan un poco de respeto, nos apuntamos el lugar en nuestra libreta de pendientes, gracias por compartir el sitio!!! 😉
Hola Globellers. Es una gran experiencia pasear por las interioridades de este convento intentando imaginar cómo sería la vida en él.
Belas Fotos
Muitos parabéns!
Obrigado Luis!
un lugar donde hay que ir ,precioso , te enamora el paisaje y entorno
❤️❤️ mil gracias por lo compartido