– Sr. Marvin, los que no están de acuerdo con las leyes de nuestro país quizás no merecen pertenecer a él.
Estas palabras se repetían en la cabeza de Marvin Rockwell mientras lo trasladaban a la cárcel de Tallahasse en Florida. No sabía que aquella frase sería premonitoria tal y como luego los acontecimientos demostraron.
Todo comenzó con una simple carta unos meses atrás. El remitente no era una persona sino todo un país por lo que aquel sobre pesaba demasiado. En cierto modo, Marvin lo esperaba hace tiempo. Era la invitación a alistarse al ejército y esa propuesta a él y a otros compañeros de la pequeña comunidad cuáquera de Fairhope en Alabama sería un duro golpe difícil de remontar.
Los cuáqueros tienen como pilar fundamental de su sociedad la paz y la no-violencia como principio para la resolución de cualquier conflicto. Por tanto, la solución al problema que representaba aquella carta no era fácil.
Marvin fue el primero pero hubo más encarcelados. Sin embargo, fue en el momento que se produjeron las excarcelaciones de dos sobrinos de Marvin y otro compañero, todos bajo libertad condicional, cuando la comunidad decidió dar un paso adelante y definitivo: había que buscar otro lugar donde vivir en paz con su conciencia.
Canadá era muy frió, Australia demasiado lejano y México no tenía unas leyes favorables a la hora de comprar tierras. En una de aquellas reuniones nocturnas en las que todos sabían que estaban decidiendo su destino alguien gritó -Centroamérica. Esa misma noche Mildred y Hubert se fueron a casa pensando que iban a poner en las maletas en su viaje destino a Costa Rica. Habían sido elegidos para conocer y explicar después a la comunidad cómo era aquella zona del mundo.
Al volver hablaron de un país de gente amable y cuyo ejército había sido abolido un par de años antes. El entusiasmo de sus palabras convenció a todos y se decidió enviar una segunda expedición unos meses después. El dictamen del segundo grupo confirmó las palabras de Mildred y Hubert: Costa Rica sería el país que les daría la libertad.
Lucille y Wildford se conocieron en el colegio de Fairhope e iban a iniciar la vida en común en su pueblo de toda la vida. Tenían una flamante casa recién comprada junto a todos los muebles cuando se precipitaron los acontecimientos. A pesar de todo, la decisión fue tomada con tranquilidad ya que en el fondo sabían que en aquel pequeño país comenzaría otra vida y lo que dejaban atrás eran únicamente bienes materiales que no podían competir con la paz y libertad que inspiraba su nuevo destino. Se casaron en 1950 y al cabo de un mes emigraron.
La comunidad compró tierras en Costa Rica y en ese momento se puede decir que nació Monteverde. Los inicios no fueron fáciles ya que la ropa, la comida, el agua y cada detalle del día a día suponía un reto poder conseguirlo. Pero como todo en la vida, con esfuerzo salieron adelante y una segunda oleada de cuáqueros llegó en los años 70. George Powell era un joven estudiante de doctorado de la Universidad de California-Davis cuando llegó a Costa Rica en aquellos años. Él fue uno de los principales impulsores de la actual reserva biológica de Monteverde. A partir de ese momento, otros científicos quisieron investigar la gran diversidad biológica de aquel enclave a la vez que llegaron los primeros turistas.
En la actualidad, la comunidad cuáquera de Monteverde sigue haciendo su vida alejada del ruido y del estrés del resto del mundo. Los turistas que se acercan compran su queso y visitan la reserva. Nosotros fuimos unos de esos turistas que llegaron por esas pistas forestales con la curiosidad de comprobar cómo era una tierra elegida para ser el sueño de toda una comunidad. Estaba seguro que tendría algo especial… y lo tuvo.
Joan dice
Que lugar tan precioso!!1