Jakub Cech estaba delante del reloj que había ocupado su vida y la de su maestro Hanus durante los últimos años. Ambos habían sido desalojados por la fuerza del taller del que muchos definían como el mejor relojero de la época. En el siglo XV no había apenas maestros del tiempo y menos con el conocimiento de Hanus.
Cech volvía a ver el mecanismo que había sido su obsesión durante una parte importante de su vida. Estaba en la habitación del ayuntamiento justo detrás del reloj que ahora admiraba toda la ciudad. Su inquietud crecía cada segundo ya que no sabía nada de su maestro. Tenía un mal presentimiento y quizás ese era el motivo por el que no apartaba la mirada del reloj. Le reconfortaba recordar el aspecto majestuoso que se podía admirar al otro lado de esa pared y los buenos momentos que había pasado trabajando entre aquellos engranajes.

Los últimos meses habían sido duros y las presiones habían sido numerosas. El ayuntamiento de Praga estaba temeroso de que fuesen ciertos los rumores sobre un posible nuevo reloj en el que Hanus iba a trabajar fuera del país. Para el edil, era primordial tener el más avanzado reloj de la época en su ciudad y no permitirían que el maestro trabajara en un nuevo proyecto tan pronto y fuera de Praga.
Por la cabeza de Cech comenzaron a desfilar momentos como cuando Hanus le explicó por primera ver su idea de fabricar el mejor reloj jamás creado. A medida que Hanus le daba los detalles del proyecto sus ojos se abrían más y más sin poder articular palabra. Nunca se había fabricado un reloj igual y sabía que su vida cambiaría a partir de aquel momento.
Hacer un cuadrante astronómico en el 1410 requería unos cálculos muy exactos. Por suerte, tener la Universidad Carolina de Praga tan cerca les sería muy útil. Conocían un matemático llamado Jan Sindel que podría estar a la altura del proyecto. Una tarde de Mayo se reunieron en la universidad y le pidieron que en un mismo círculo se debían de mostrar las 24 horas de día, representar las posiciones del sol y de la luna en el cielo, el zodíaco e incluso la duración del día en función de la época del año.
El matemático se llevó las manos a la cabeza. De todas formas, Hanus sabía que no se negaría a un problema de esta magnitud ya que era joven con ansias de fama y reconocimiento. Solo preguntó el motivo por el que representar también el zodíaco. Hanus le comentó:
– El pueblo necesita creencias y esperanzas. Los que no estén interesados en la hora, lo estarán en su signo zodiacal. Todos los habitantes de esta ciudad han de tener un motivo para mirar el reloj.
La explicación convenció a Sindel. Ese mismo día comenzó el análisis teórico.
Cech continuaba en aquella fría sala del ayuntamiento. Seguían pasando por su cabeza escenas relacionadas con el reloj. Esta vez cuando Hanus comenzó a planificar los adornos. A ambos lados del reloj quería poner figuras articuladas que debían mostrar al pueblo la forma correcta de obrar. Para ello, el maestro relojero se inspiró en su vida como cuando aquel comerciante judío intentó engañarle con unas piezas para el reloj. Lo acabó representando como la avaricia con una bolsa que agita cada hora en punto. La inexorable muerte se representaría con un esqueleto. La lujuria con un príncipe turco y la vanidad con un hombre que sostiene el espejo. Además, los 12 apóstoles se representarían y Cech miraba esas 12 figuras que aguardaban la siguiente hora para desfilar.
De pronto, se oyó un grito desgarrador. Era lejano pero fácilmente reconocible para Cech. Nunca había oído levantar la voz al maestro y mucho menos gritar. Intentó girarse pero el guardia le cerró el paso.
– Cech, tu maestro ahora es ciego. -le dijo el alcalde mientras entraba en la habitación- El intento de construir otro reloj ha sido juzgado como traición a la ciudad y el castigo ha sido la ceguera. Ya no construirá nunca más un reloj. Ahora, tú eres el maestro.
En esos momentos un estruendo inundó la habitación. Eran las 9 de la noche y el reloj cobró vida. A medida que sonaban las campanadas las figuras comenzaron a moverse. Cech se abalanzó sobre el reloj y puso su brazo en el mecanismo del sol. Sabía que era la parte más compleja y frágil. El engranaje pasó como una cuchilla y le amputó el brazo a la vez que se oían cientos de pequeñas piezas caer al suelo.
Mientras él mismo caía miró al edil y susurró
– Ahora tendrás que buscar lejos alguien que repare el reloj. Un ciego y un manco nunca …
Quizás fuese verdad esta historia…
Esta recreación está basada en la leyenda del reloj astronómico. Dicen que Hanus acabó ciego y su discípulo se vengó poniendo el brazo en el mecanismo. En realidad el fabricante del reloj fue Nicolas de Kadan con ayuda del matemático Jan Sindel. Posteriormente, unos siglos después, se añadió el calendario. En realidad las estatuas góticas se añadieron mucho después en una de las reparaciones pero me gustó la idea que aparecieran en la historia. Aquí os muestro la esfera del calendario, que aunque no aparece en la leyenda es también impresionante.

El calendario muestra los meses del año y cada día está representado. Si nos acercamos es impresionante el trabajo invertido.

El calendario también tiene estatuas que representan a cuatro santos. En la siguiente foto San Bartolomé nos observa con un libro entre sus manos.

De todas formas, si vais a Praga no os perdáis nunca visitar el reloj de noche.

Ni el reloj, ni la plaza…
Ya tenéis otro motivo para un imprescindible dentro de las cosas que ver en Praga. Bueno, un motivo y una leyenda…
Genial tu post. Tiene mucha historia detrás esta magnífica obra de arte y de ingenio.
Merece la pena ir a Praga, disfrutar de la plaza, de este reloj y de la ciudad al completo.
Un saludo.
Gracias María. Me alegra que te guste el post. Praga tiene muchos rincones mágicos como este reloj del que saldrían mil historias de cada uno. 😉
Me ha enganchado, bravo por la ficción que has creado. Supongo que te habrá llevado trabajo, pero hay lectores como yo que agradecemos estos esfuerzos.
Un saludo!
Gracias Javi. Algunos comentarios justifican todo el trabajo, que como indicas, llevan muchos post que publico. A pesar de parecer un post más de un blog más, todos acumulan mucho trabajo detrás.
Me ha encantado el post, la leyenda y la manera en que la cuentas. Siempre me gusta leer historias sobre los sitios y soñar con que fuero reales aunque después no lo sean porque soñar no cuesta nada y siempre es divertido 🙂
Un saludo. Luis.
Wau! Un artículo verdaderamente bueno que cuente al dedillo toda la historia sobre este maravilloso reloj.
Praga es una joya en su totalidad, pero este reloj medieval hace que lo sea aún más, yo pude conocer en gran parte la historia que hay sobre los pilares de esta obra gracias a https://tourgratis.com/ciudad/praga en unos de sus viajes.
La verdad es que estoy deseando volver y pasear por sus calles medievales.
Un abrazo.
gracias por el comentario Mario
No veo en ningún sitio la descripción del motor del reloj y su recarga y recargador. Muchas gracias..!!!