En nuestro Tarragona con niños llegamos al pueblo de Miravet perteneciente a la Ribera del Ebro. Y lo hicimos gracias a que hicimos el recorrido en piragua por el rio Ebro ya que nuestra excursión en piragua que iniciamos en Mora acababa en este pintoresco pueblo.
Historia de Miravet
Miravet, conocido por su imponente castillo y su pintoresca ubicación a orillas del Ebro, ha sido un lugar de importancia estratégica desde la época medieval. El mirador de la Sanaqueta ofrece vistas panorámicas que han cautivado a visitantes durante siglos, mientras que cruzando el río en la tradicional barca de Miravet, uno de los últimos transbordadores fluviales que opera por la fuerza de la corriente, se puede experimentar la tranquilidad y la belleza del paisaje.
La historia de Miravet se remonta al siglo XII, cuando fue establecido por los moros como un enclave estratégico. La antigua mezquita, posteriormente convertida en la iglesia vieja, es testimonio de la rica mezcla cultural del pueblo. A lo largo de los siglos, Miravet pasó por manos de diferentes conquistadores, cada uno dejando su huella en la arquitectura y cultura del pueblo.
Durante la Guerra Civil Española, Miravet jugó un papel crucial en la Batalla del Ebro en julio de 1938. Este fue uno de los enfrentamientos más decisivos y sangrientos del conflicto, y el pueblo sufrió significativas devastaciones. Los impactos de la guerra son aún palpables, con marcas en edificaciones antiguas y en la memoria colectiva de los habitantes.
En tiempos de paz, Miravet ha florecido, conservando su patrimonio y embelleciendo sus calles y edificios históricos. El pueblo no solo atrae a los amantes de la historia, sino también a aquellos que buscan escapar del bullicio moderno y sumergirse en la serenidad de este enclave único.
Visita a Miravet
Llegamos justo a la zona del embarcadero donde dejamos la piragua para iniciar la visita al pueblo.
Allí, aprovechamos para recorrer algunas de sus calles empinadas así como el castillo. Algunas de las vistas más espectaculares, sin contar las del castillo, las tienes subiendo por la calle del embarcadero. Siguiendo recto y hasta la iglesia hay algunos ejemplos interesantes de casas pintorescas.
La iglesia estaba cerrada pero justo detrás de ella hay un mirador con vistas que sirven de aperitivo a las que vendrán luego desde el castillo.
Justo desde la iglesia es posible subir al castillo por un sendero que se enfila montaña arriba. Sin embargo, es posible ir también en coche hasta arriba. Al ir con niños y haber hecho esa mañana 13 kilómetros de piragua no estaban las fuerzas como para ir subiendo cuestas. Por tanto, optamos por la opción más fácil.
El castillo de Miravet
El castillo de Miravet fue edificado en el siglo XI a fin de proteger la frontera de Al-Andalus de los avances de los condados catalanes. En el año 1152 fue conquistado por el conde Ramon Berenguer IV y entregado a la orden del temple, que llevó a cabo una importante reforma de la fortificación. Abolida la Orden del Temple, el 1317 pasó a manos de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, que lo poseyó hasta la desamortización de 1835. Aunque desde la guerra del los Segadors (Siglo XVII) y hasta las guerras carlistas (siglo XIX) sufrió importantes modificaciones, el castillo conserva buena parte de la configuración de su época templaria y es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de esta orden en Cataluña. Otros ejemplos de castillos templarios son el de Peñíscola y el de Monzón.
Una vez llegados al castillo una explanada permite aparcar justo a pie del espectacular castillo. El precio de dos adultos y dos niños fue de 13 euros. Hay visitas guiadas a determinadas horas. Pero si como a nosotros te queda un rato, existe la opción de visitar el castillo por tu cuenta. En ese caso, te dan un papel plastificado donde están todos los puntos de interés de la visita. Esos 20 hitos del recorrido están ordenados a lo largo del mismo con unas estacas rojas. En cada uno de ellos, nos íbamos turnando en la lectura de las líneas explicativas.
En interior del castillo tiene zonas con mucho encanto y muchas de las estancias se pueden apreciar bastante bien debido al buen trabajo de conservación.
Hay una gran espacio que es la antesala del castillo y servía de refugio a la gente del pueblo durante los tiempos difíciles.
Desde cualquier parte del castillo se tienen una de las mejoras vistas que podemos tener del rio Ebro serpenteando por los valles.
No hay que decir que para los niños recorrer un castillo es algo muy especial y que habitualmente lo hacen a escala playmobil.
Al estar todos los puntos de interés numerados se puede ir haciendo una visita en un orden concreto y con información de cada uno. Algunos de estos puntos son, por ejemplo, la cisterna.
El refectorio, o la sala destinada a comedor por los monjes, está cubierta por una bóveda de cañón apuntada y fue utilizada como comedor con total seguridad en la época templaria. Se parece mucho a otras estancias de este mismo uso, tanto en castillos de Tierra Santa como los mencionados de Monzón o Peñíscola. Durante las comidas era norma que un clérigo leyera textos piadosos.
El patio de armas era el espacio a partir del cual se estructuraba la vida del castillo de Miravet; como en los claustros monásticos; servía como vía de comunicación entre las diversas partes del recinto soberano. los muros oeste y sur, de un grosor considerable, son vestigios del original castillo musulman. Hoy en día, el patio es más grande que en la Edad Media a causa del derribo de algunas partes.
también podemos encontrarnos con una bodega, aunque inicialmente era más una prisión. Luego en el siglo XVII se utilizada como bodega. Hay restos de una prensa andaluza.
Otra de las parte importantes del castillo de Miravet es la pequeña iglesia. La regla templaria establecía diversas horas canónicas y misas que se tenían que cumplir en la iglesia conventual. Según la documentación conservada, la iglesia estaba dotada de ricos elementos litúrgicos; pero, por en cambio en relación a la decoración, la regla prescribía que debía de ser austera. Posteriormente se utilizó como santuario consagrado a la Madre de Dios de Gracia cuyo altar barroco ha desaparecido.
De planta basilical, la nave está cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada. En el ábside semicircular, está la sacristía y un estrecho pasadizo que lleva a la torre del tesoro, prácticamente derrumbada. Desde el pie De la Iglesia de accede por una escalera de caracol a la terraza.
Se puede abandonar el castillo en coche o por un sendero que baja de nuevo al pueblo.
Como podéis ver, una visita que vale mucho la pena ya que tiene un poco de agua, cultura y, sobre todo, grandes vistas…
Donde comer: Hay un par de restaurantes en la parte del embarcadero. Comida para reponer fuerzas entre piragua y castillo.
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